El nuevo Gobierno de centroizquierda holandés ha suprimido el carné de socio para fumar hachís en los coffeeshops, pero mantiene la obligación de residir en el país para todos los clientes. En Ámsterdam, sin embargo, los turistas podrán seguir entrando sin problemas de pasaporte.
De sus siete millones de visitantes anuales, un millón y medio acude a estos locales por diversión, consumo, o simple curiosidad. A la vista de las cifras, el Ayuntamiento ha decidido aplicar el margen de maniobra otorgado por el Ejecutivo. “No se le puede decir a tanta gente que se acabó la marihuana. Recorrerían la capital en bandadas y habría robos, disturbios y descontrol sobre la calidad de la droga”, ha dicho el alcalde, Eberhard van der Laan.
El carné para los coffeeshops fue una de las decisiones estrella del Gobierno de centroderecha saliente. En marcha ya al sur del país, en las provincias cercanas a Bélgica, Francia y Alemania, debía llegar al resto en 2013. A partir de ahora, también en el sur bastará con el permiso de residencia, pero con mayores controles. Debido a las quejas del poderoso trío de vecinos, la policía se emplea a fondo para reducir la aglomeración de consumidores en los locales. Ámsterdam es diferente. La ciudad suma 220 coffeeshops, un tercio del total nacional, y algunos barrios han tardado 20 años en sacudirse la criminalidad asociada al tráfico de marihuana.
“Le he prometido al Ministerio de Justicia que inspeccionaremos los cafés. Que habrá mayor control sobre la cantidad que almacenan y la publicidad encubierta que pretendan hacer”, ha añadido el alcalde. La ley penaliza la posesión de más de 30 gramos y el consumo fuera de los coffeeshops. El resto se considera un producto más.
El nuevo Gobierno se ha propuesto reducir los efectos secundarios del consumo de la droga blanda. En particular, el contenido de tetrahidrocannabiol (principio activo del cannabis) de la hierba cultivada en Holanda. Mucho más fuerte que la de importación (tiene entre un 15% y un 18%, frente al 6,6% de la extranjera), es la más vendida dentro y también la más exportada. Desde enero pasado, se considera droga dura si supera el 15% de THC, y los coffeeshops se exponen al cierre si la venden.
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