La última notícia que colgamos hoy. Está interesante.
Que
el arte urbano ha saltado a las galerías no es ninguna novedad, y que
cada vez más las calles de determinadas ciudades son auténticas
exposiciones de arte experimental no debería sorprendernos.
Sabemos que Bansky puede
elevar una esquina a la categoría de mito si decide dejar en ella su
firma y por eso estamos acostumbrados a soportes y materiales cada vez
más improbables. Pero, ¿en qué pensamos si escuchamos que un artista
brasileño crea sus obras por medio del “trabalho de sopro”? (trabajo de
soplo en español). Seguramente lo asociamos al vidrio, o a algún tipo de
trabajo efímero… Nada más lejos de la realidad. Lo que hace Fernando de
la Rocque es pintar iconos políticos o religiosos sobre plantillas con humo de marihuana.
En una entrevista a The Rio Times el
artista afirma que le gusta crear arte por medio del placer, y no hay
duda de que éste es uno de esos casos. En una época como esta en que la
legislación sobre la marihuana cambia sin parar (es reciente la
legalización controlada y regulada de la marihuana en Uruguay), trabajar con marihuana es un camino abierto al debate.
En España, donde la compra de semillas de marihuana es
legal, el cannabis es un tema que siempre está de actualidad. Y desde
luego el arte siempre es político, pero algunos lo son más que otros.
Podríamos decir que De la Rocque se posiciona desde el formato, desde el material, desde el tema, desde la misma concepción del arte unido al placer, y desde la denuncia.
Quizás los estudiantes de arte del futuro ya no visiten uniformemente
las tiendas de bellas artes para comprar óleos y pinceles, y puede que
las Headshop –las tiendas donde se encuentra todo lo relacionado con las
múltiples variedades de marihuana- sirvan mejor a sus nuevos intereses.El arte está en la calle, y esto conlleva ciertas consecuencias que nuestros abuelos nunca pudieron imaginar.
¿Alguien se anima?
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